Debía tener 11 años cuando
escuche Love me do por primera vez. Estoy
convencido de que cambio mi cerebro. Ya era un fanático de la música en tiempos
en que la tecnología era muy mala y la difusión musical también. No existía
toda esa tecnología que conocimos luego. Pero ya a esa edad sentía una
fascinación especial por la música, cualquiera fuera. Era difícil que me
perdiera un concierto los domingos en la UCV, mi alma mater. Por ello, mi
primera fijación fue reunir para comprarme un radiecito de la época. Escuchaba
música noche y día. De hecho, dormía con el radio pegado al oído.
Solía separar todo en las canciones:
la voz primero, e instrumento por instrumento mientras escuchaba. Luego que los
identificaba, volvía a la tarea de unirlos y fascinarme con esa magia. La
música. Por eso no sé qué me duele más, si haber donado mi biblioteca de 2.500
libros o mi colección de 800 long play y 1.500 CD¨s.
Love me do me hizo entender que había un mundo que debía descubrir,
mucho más allá de los conocimientos que estaba recibiendo en el liceo. Ese
vibrato de voces perfectamente acompasadas, ese acompañamiento de dos guitarras,
un bajo y una batería, esa extraña y fascinante música que caminaba por todo el
cuerpo. Era algo nunca vivido por ningún mortal. Cuando escuché Give me more en casa de un amigo
adinerado que tenía picop y los carísimos discos de acetato que jamás pude
comprar porque costaban cinco bolívares, entendí que la música era un idioma
universal. A quién se le ocurría incorporar una armónica cuando sonaban una
guitarra solista y una rítmica. Solo a cuatro genios nacidos en la ciudad de
Liverpool, hijos pobres de la Segunda Guerra Mundial, viviendo en zonas donde
había un excusado por cada dos casas.
Cuando escuché Yesterday,
entonces concluí que la música era el mejor lenguaje del amor. Jamás olvidaré
ese momento porque fue la primera vez que mi novia, la flaca, pecosa y bella
Soledad, dejó que acariciara sus dulces y hermosos senos. Terminaba la canción,
nos deteníamos para ir al picop a poner la canción de nuevo y volver a las
caricias. Años después, ella casada, me recordaba la magia que le produjo
Yesterday con el descubrimiento de un mundo que desconocía… A mí también.
He escuchado y analizado tanto a
este grupo que finalmente concluí que la música es antes y después de Beatles.
Desde su nombre mismo que es un acto de irreverencia jamás concebido en esos
tiempos. Beetle es escarabajo en inglés, pero Beat fue el nombre que se le dio
a todo un movimiento contestatario que se generó en esta ciudad portuaria. Caía
mal al status quo escuchar la palabra Beat. Por ello el genio John Lennon,
propone componer la palabra cambiando bee por beat, quedando a la posteridad un
nombre compuesto Beatles, cuyas canciones incluso viajan en el espacio.
Beatles fue el primer gran
producto comercial masificado. Beatles fueron los creadores, o el punto de
partida del video clip. Fueron los genios que llevaron su creación a la magia
del cine. Beatles crearon unos comics. Los afiches se multiplicaron por
millones y todo el mundo recurrió a ellos, debido a los Beatles. Beatles creó
la moda, tanto de los cortes de pelo como del vestido y fue la inspiración de
los diseñadores del momento. No era posible hablar de música sin hablar de
Beatles. Lo que se llamó la invasión de los ingleses y su poderosa influencia
en la música estadounidense a mediado de los 60, se debió a ese efecto que
Beatles producía. De hecho, se cernió como una mácula que ocupó cuerpo, mente y
sueños de los jóvenes del mundo entero.
Aquí cabe la mayéutica socrática:
por qué. Cómo nació esa locura. Supongo que una múltiple combinación de
factores. Las nuevas generaciones de ingleses tenían un rechazo total a las
secuelas de la postguerra, un grupo de adolescentes que tenían la virtud de
componer sus propias canciones, las letras se refugiaban fundamentalmente en el
amor y la paz, un representante agresivo, ágil, pragmático y genial, un
director musical profundamente innovador, la masificación y poderosa influencia
de la droga en el comportamiento de estos grupos musicales, la aparición de un
sector del capitalismo que descubre el enorme potencial económico con la
industria de la música. Beatles fue el creador y al mismo tiempo fue la
consecuencia de todos esos factores. Aún se debate, y con mucha razón, porqué
Beatles.
Fue tanto su poder de influencia
que incluso hay varios personajes a quienes se les endosa el epíteto de quinto Beatles.
Stuart Sutcliffe, quien estuvo en la primera etapa, Brian Epstain, el
representante y creador de toda la escenografía que cubrió al mítico grupo,
George Martin el genio productor musical, irreverente y curioso como ellos;
incluso al crack mediapunta del Manchester United George Best, se le conoció
como el quinto Beatles. Pero los estadounidenses no quisieron quedarse atrás y
decidieron que el genial músico Billy Preston era el quinto Beatles.
En mi opinión The Beatles estuvieron
juntos mucho más de los que podían estar juntos cuatro mundos no solo geniales
musicalmente hablando, sino con un montón de propuestas, cuyas contradicciones
ya eran insalvables. De aquel grupo de muchachos que tocaba Skiffle, una forma
de hacer música barata con ollas, perolas, botellas y luego con instrumentos
usados baratos bajo el nombre de Quarry Men, a finales de los 50, nace The
Beatles en 1960 y dura hasta 1970, cuando cada quien monta su tienda aparte,
todos igualmente exitosos. Ya se acercaban a los 30, entendían que sus
creaciones debían entrar en otra dimensión. Los grandes, muy grandes músicos y
creadores reconocen la influencia que tuvieron de The Beatles. Hoy día, a
muchos de las nuevas generaciones de músicos que descollan, se les insufla el
pecho al decir que tienen influencia de los melenudos de Liverpool.
Creo que el más genial de ellos
fue John Lennon. Además de músico y compositor extraordinario, era escritor,
arreglista, director musical, pintor, activista e irreverente por sobre todas
las cosas. No se puede tener atrapado por tanto tiempo un genio en una botella.
El nueve de octubre hubiera cumplido 78 años de edad. Me encantaría saber qué
pensaría del mundo de hoy, de una humanidad que no es humana y del perverso
juego de la amenaza permanente de la guerra permanente, cuando los chinos
asoman la posibilidad real de una nueva era: la del imperialismo asiático. No
hizo falta, como dijo Mao que todos los chinos dieran un zapatazo al mismo
tiempo para que acá abajo lo sintiéramos. Lo estamos sintiendo, como una nueva
guerra fría que sí vivió Lennon. Por eso él siempre apostó a la paz. Él mismo
lo dijo: “You may say I'm a dreamer. But I'm not the only one”.
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